Bhakti das

LA ESPIRITUALIDAD EN LA MÚSICA HINDÚ

El Nada Yoga

El dulce sonido atrapa al cuervo,
La dulce música encanta a la cobra,
El Nada (sonido) atrapa a la mente,
Por ello, la mente puede ser controlada
a través del Nada Yoga.
Swami Sivananda

La música, como camino espiritual.
Normalmente, cuando seleccionamos algun tipo de música, elegimos aquello que satisfaga nuestros sentidos según nuestro estado de ánimo o el estado en que se halle nuestra mente. Además de eso, la música, desde la perspectiva mística o espiritual, va más allá del deleite por el arte, de la expresión sentimental o manifestación creativa del ego. La música mística puede ser una vía hacia la autorrealización y la paz interior.
La filosofía espiritual de la India o Sanatana Dharma, plantea el arte y toda su expresión de una manera diferente: como un camino hacia el autoconocimiento y la autorrealización. Existe una disciplina en el yoga expresamente dedicada al sonido (Nada Yoga) en que el sonido y la música se convierten en instrumentos al servicio de la espiritualidad. Pero antes, es preciso explicar brévemente que es el Yoga. Hoy en día cuando oimos hablar de Yoga, la idea generalizada es que se trata de un método que relaja y nos hace sentir mejor. Si bien es cierto que en un principio algunas de esas prácticas pueden aportarnos un estado de bienestar y equilibrio, el objetivo real del Yoga va más allá de todo eso. Es mucho mas profundo. El Yoga es una vía mística; un camino de unión con Dios.
En los Yoga-Sutras (aforísmos sobre el Yoga), escritos en la antiguedad por el gran Yogui Patánjali, se dice :

“YOGA CHITTA VRITTI NIRODAH”
El Yoga es la completa cesación del movimiento de la mente.

No malentendamos. Eso no significa dejar la mente en blanco ni otras definiciones por el estilo. Por cesar el movimiento mental se refiere a la completa quietud, o calma mental, como camino hacia la serenidad y la paz del espíritu. Yoga significa “unión”, y por tanto se refiere tanto a la práctica como al estado final de unión con Dios. Todas las técnicas yoguicas (serias) están dirigidas a alcanzar este estado.
La filosofía espiritual de la India, aunque más conocida en Occidente por hinduísmo, se llama en realidad Sanatana Dharma. No se trata de una religión estructurada, sino más
bien del conjunto de filosofías y enseñanzas expresadas en los Vedas y los Upanishads, que enfatizan sobre todo en la búsqueda de la Realidad Última mediante el autoconocimiento.
Dios, como Realidad Absoluta, o Brahman, está mas allá de toda expresión o limitación, no puede ser concebido ni con la mente ni con el pensamiento; por este motivo se da en el Yoga tanta importancia a la meditación, por la cual la mente queda quieta, como un lago sin olas. Es entonces cuando refleja nuestra real naturaleza, que es la pura libertad en nuestro Ser o Atman, de la misma esencia que la Realidad Absoluta o Brahman. La unión a la que el Yoga se refiere, es la realización de esta Realidad absoluta así comov la percepción Universal de esta Realidad en todo. El Mantra Yoga (Japa Yoga), es una de las principales disciplinas Yóguicas, que utiliza la repetida murmuración de una formula mística (Mantra) para concentrar la mente hacia la serenidad mental; puerta del autoconocimiento.
Los antiguos Yoguis descubrieron que la combinación de ciertas sílabas junto con una entonación apropiada, generaba un movimiento en la energía interna (Prana) cuya vibración afectaba nuestra estructura psico-física. Esta combinación de sílabas (Mantras) y sonido (Nada) se considera como un valioso intrumento para la concentración y la meditación.

La repetición más breve usada por la Filosofia Vedanta para representar a Dios como Absoluto es el Mantra “Om”, el qual, en principio es un diptongo que se compone de tres letras A U M (pero se pronuncia OM) i que simbolizan los tres estados naturales del Ser:
Sat (existència) Chit (consciència) Ananda (dicha).

En los Upanishads se dice:

Los Yoguis, meditan constantemente en OM, el sonido primordial,
El cual nos libera de todos los deseos y nos conduce a la iluminación.
Ante este Om kara, nos inclinamos reverentemente.

La vibración de este sonido Om, se considera origen y fuente primordial de los demás sonidos, así como la base en la que se fundamenta la música tradicional hindú (Raga Sangit).
En las escrituras se mencionan dos tipos de sonido: Uno sutil y otro más cercano a la naturaleza: “Anahad Nad”y”Ahad Nad” El “Anahad Nad”; es una vibración sutil y etérea, de elevada pureza, y de naturaleza espiritual. No es un sonido que pueda ser emitido por la voz ni por ningún instrumento; sólo lo perciben los yoguis o místicos que han alcanzado un elevado estado espiritual. Algunos eruditos afirman que Pitàgores en el siglo VI antes de Cristo, ya lo mencionaba como “La música de las esferas”.

Cuando la mente se absorba en el sonido Anahad, alcanzarás el conocimiento de todo lo
sutil; oirás el Para Vak (sonido interior). Desarrollarás el ojo de la intuición y la mente
será transcendida, fundiéndose en Brahmán.

Swami Sivananda

El Ahad Nad, es el sonido emitido físicamente. Se trata de la vibración, más cercana a la naturaleza. De ella surgen todos los demás sonidos que podemos escuchar (musicales o no), producidos por el ser humano o por la misma naturaleza.. Estos sonidos del mundo físico, cuando se armonizan y se interpretan expresando la sutilidad de nuestro Ser, pueden utilizarse para el desarrollo interior y espiritual. A través de esta vía de disciplina Yóguica, se puede llegar a la armonía con todo el Universo; a un estado en el que se comprende y se experimenta la eséncia eterna e immutable Raga Sangit. Es la base y el pricipio de la música clásica de la India, la cual se considera una disciplina o camino hacia la autorrealitación, siguiendo la tradicional enseñanza:

“NADA BRAHMAN: (El sonido es Dios)”

Las “Raga” són un vehiculo a través del cual se puede llegar a percibir esta Suprema Realidad (Brahman). Resulta dificil explicar que es una “Raga” en pocas palabras.
4 Aunque la música Hindú es de carácter modal, no podemos comparar las “Raga” con los diferentes modos que podemos escuchar en la música de los países del Medio y Extremo Oriente. No han de ser comprendidas como una escala, una melodia en sí misma, una composición o una clave. Una “Raga” és una forma melòdica científica, precisa, sutil i estética, con peculiares modulaciones ascendentes y descendentes consistentes, ya sea en una octava completa de siete notes, o en una sèrie de cinco o séis notes, o en una combinació cualquiera de estas, que lleva el nombre de “Arohana”(ascendente) y “Avarohana” (descendente); y sutilmente conbinando el orden de las notas, bien omitiendo alguna o poniendo una nota disonante, el enfasis en una nota específica, el fluir de una nota a oltra así como el uso de micronotas, junto con otras subtilezas, todo ello eslo que hace la diferencia entre una
Raga y otra. Hay un refrán Sánskrito que dice:

“RANJAYATI ITI RAGA”
“La Raga es Aquello que ilumina la mente”.

Además de estar asociada a un estado de ánimo especial, cada Raga, está también relacionada a una hora especial del dia, o a una estación del año. El ciclo del dia y de la noche, así como el ciclo de las estaciones és inherente al ciclo de la vida. Cada parte del dia: el alba, el mediodia, el atardecer, la noche... està asociada a un sentimiento definido. La explicación del tiempo asociado a cada Raga se puede encontrar en la naturaleza de les notas que la forman.
Cuando las diferentes Ragas se interpretan con un espíritu Yóguico se llenan de vida (Chalan) por medio de la cual, el Prana (energía) que generan conducen tanto al músico que la interpreta como a su auditorio a un estado de comunión espiritual que sumerge a ambos en el silencio interior. Aunque parezca paradójico, el verdadero propósito de la música es aprender a escuchar el silencio. Un silencio cuya elocuencia solo puede traducirse como la profunda paz y serenidad del espiritu, en el que entonces se oye la sutil música del Alma o Anahad Nad.
Las diferentes combinaciones de los sonidos que componen las Ragas son comparables a las de los Mantras. Hay anecdotas de grandes maestros del Nada Yoga como Tansén, del que se dicía que incluso la naturaleza quedaba prendada de la Raga que tocaba, y obraba prodigios: si interpretaba Megha Raga (Megha:lluvia) empezaba a llover, o si entonaba la Dipak Raga (Dip:luz) los pávilos se alumbraban solos; todo ello podría deberse al Prána (energía) que generaba un Yogui como Tansén.

El Sonido es vibración, cada sonido crea diferentes formas. Existe un instrumento llamado Eidófono, el cual mediante sofisticados sistemas puede reproducir de forma gráfica las
figuras que se forman sutilmente a través los diferentes sonidos y melodias. Los Chakras, son Centros de energía sutil en el cuerpo, mencionados en las escrituras del Yoga; situados a lo largo de la columna vertebral, cuando estan en equilibrio permiten al Prana fluir líbremente, con dinamismo y armonía, produciendo el equilibrio, la calma interior.
Es importante comprender que no solo escuchamos con los oidos, sino con todo el conjunto de elementos tanto físicos como sutiles. Hoy en día la música se entiende como distracción y en muchas ocasiones se convierte en espectáculo superficial. Incluso en el campo artístico observamos una crispación generalizada. Hay gente tan tensa que rechazan enseguida las obras de musica clásica, y se complacen con todo tipo de ruidos rítmicos que no hacen mas que degenerar las neuronas cerebrales, creando estress; y lo peor del caso es que lo confunden con el dinamismo, cuando es todo lo contrario. He visto personas que cuando las invitas a estar en silencio o a meditar, no soportan el silencio, debido a que su mente solo conoce el constante ruido y el estress. Ni siquiera saben lo que significa serenidad. Confunden la serenidad con la inconsciencia y la quietud con la muerte. Han convertido la vida en algo tan artificial, que pierden toda sensibilidad sobre su percepción interna y psíquica.

Es algo vital comprender que todo lo que nos rodea influye considerablemente en nuesta mente. La música además de armonizar nuestra sensibilidad, debería ayudarnos a desarrollar nuestra capacidad de discernimiento, que nos lleva a un estado de introspección profunda y sincera, que conduce a ese maravilloso estado en el que el silencio expresa la belleza del Ser.
El Nada Yoga y el sistema tradicional de la música hindú tienen el propósito de armonizar nuestra sensibilidad espiritual y a través del sonido que conduce al silencio, encontrar la paz.

 

Los cuatro yogas

Requisitos para una vida yóguica

Pureza moral y una verdadera aspiración espiritual, son  los primeros pasos en el camino del Yoga. Aquel que tiene una mente calmada, fe en las palabras de su Maestro y en las escrituras, que es  moderado en comer y en dormir, y que posee un intenso anhelo por liberarse de la cadena de nacimientos y muertes, es una persona apta para la práctica del Yoga.

Un aspirante en el camino del Yoga deberá tener fe, energía, ánimo, coraje, paciencia, perseverancia, sinceridad, pureza, optimismo, desapasionamiento, aspiración, concentración, serenidad, autocontrol, veracidad, no violencia y  generosidad.

Una vida austera y simple es indispensable para el Yoga. El fundamento del Yoga es el autocontrol. La disciplina tanto física como mental es la esencia del Yoga.

En la práctica del Yoga hay un cambio en la tendencia natural de la mente, la cual está moviéndose constantemente hacia los objetos externos. La firmeza mental, es esencial para invertir el constante fluir habitual de la mente.  Ante todo es necesario aquietar y controlar la mente, si nó será imposible cambiar su curso en la dirección opuesta.

Los cuatro senderos

Las cuatro principales vías para la Realización de Dios son: Karma Yoga (el camino de la acción sin deseo), Bhakti Yoga (la vía de la devoción y el Amor Divino) Jnana Yoga (el Yoga del autoconocimiento) y Raja Yoga (el Yoga del control mental). El Karma Yoga es apropiado para las personas con un temperamento activo, el Bhakti Yoga para las personas con un temperamento devocional, Raja Yoga es para aquellos que tengan un temperamento místico y el Jnana Yoga es para personas con una naturaleza racional y filosófica.

Karma Yoga es el camino del servicio desinteresado y el desarrollo de la voluntad. Bhakti Yoga es la vía de la exclusiva devoción al Señor y la canalización de las emociones hacia la Divinidad. Jnana Yoga es el camino de la Sabiduría y el Discernimiento (VIVEKA).  Raja Yoga es la senda del autocontrol. Jnana Yoga es el camino de la Sabiduría y el Autoconocimiento.

La voluntad consagra todas las actividades con una completa entrega a Dios, el intelecto realiza Su gloria y majestuosidad. La emoción experimenta la dicha del éxtasis divino. Las tres verdades eternas son: Jnana, Karma y Bhakti. Dios es verdad, bondad y amor. Dios es experimentado por el devoto a través del amor, el Karma Yogui  a través de la bondad y el Jnana Yogui por la verdad.

Algunos sostienen que la práctica del Karma Yoga es el camino de la salvación, Otros, que la devoción al Señor. es el único medio para la autorrealización. Algunos creen que la sabiduría es el único camino para alcanzar la beatitud final. Aún hay otros que afirman que la unión de los tres senderos es igualmente eficaz para  alcanzar la perfección y la liberación.

Yoga de Síntesis

No es recomendable un desarrollo unilateral. La religión debe educar y desarrollar la totalidad del hombre (corazón, intelecto y mano). Sólo entonces alcanzará la perfección.

El hombre es una extraña y compleja máquina de deseos, sentimientos y pensamientos. Desea la posesión de los objetos de sus deseos. Tiene emociones y por tanto siente.

Tiene raciocinio y por tanto, piensa y racionaliza. En algunos, el elemento emocional puede predominar, mientras que en otros el elemento racional puede dominar. Así como deseos, sentimientos y pensamientos no son algo distinto y separados, del mismo modo, trabajo, devoción y conocimiento no son exclusivos de uno u otro.

En la mente hay tres defectos: impureza, distracción y el velo de la ignorancia. La impureza debe ser eliminada por la práctica del Karma Yoga. La distracción debe ser eliminada por la devoción. El velo debe caer por la práctica del Jnana Yoga. Sólo después, la realización es posible. Si quieres ver tu cara con claridad reflejada en el espejo, debes quitar el polvo, mantenerlo firme, y luego quitar la cobertura también. Sólo puedes ver tu rostro reflejado claramente en el agua del lago si lo turbio es apartado, si el agua que es agitada por el viento se calma y si quitas el musgo que está flotando en la superficie.

Acción, emoción e inteligencia son los tres caballos que están ligados al carruaje del cuerpo. Ellos deben trabajar en perfecta armonía y unión. Sólo entonces el carro se deslizará suavemente. Debe ser un desarrollo integral. Deberás tener la mente de Sankara, el corazón de Buda y las manos de Janaka.

Sólo el Yoga de la Síntesis brindará un desarrollo integral. Sólo él, te ayudará a desarrollar la mente,  el corazón y las manos y te conducirá a la perfección. El ideal de la religión es saber moverse en armonía y equilibrio en todas las direcciones. Esto puede lograrse por la práctica del Yoga de la Síntesis.

Contemplar la unidad del  Ser en todo,
es Jnana, (sabiduría) Amar al Ser es Bhakti.
Servir al Ser es Karma, acción.

Cuando el Jnana Yogui obtiene la sabiduría, está también dotado con devoción y servicio altruista. Karma Yoga es para él una expresión espontánea de su naturaleza espiritual, ya que él ve la unidad del Ser en todo. Cuando el devoto alcanza la perfección en la devoción, posee también la sabiduría y actividad. Por eso también Karma Yoga es una expresión espontánea de su naturaleza divina, ya que él contempla la unidad del Ser por doquier. El Karma Yogui alcanza la sabiduría y la devoción cuando sus acciones son enteramente desinteresadas. Las tres sendas son, en efecto, una sola en la que los tres diferentes temperamentos enfatizan uno u otro de estos constituyentes inseparables. Yoga proporciona el método por el cual el Ser puede ser contemplado, amado y servido.

Swami Chidananda

Sri Swami Chidananda Maharaj nació el 24 de Septiembre de 1916 en Mangalore, Sur de India, hijo de una próspera familia. Sriddhar Rao (nombre de Swami Chidananda antes de tomar el voto monástico),  se graduó en 1936  en Artes en la Universidad de Loyola en Madrás. Por su profundo interés en la ayuda de los leprosos, fue elegido presidente de la Asociación para el Bienestar de los Leprosos  de Mysore. A los 27 años entró en el Ashram de Swami Sivananda, el cual le nombró vicedirector  e instructor de Raja Yoga de la Yoga Vedanta Forest Academy (sector del Ashram, creado  por el propio Swami Sivananda , en el que se imparten cursos y enseñanzas sobre el Yoga y su filosofía). El 10 de Julio de 1949, durante la celebración del Guru Púrnimael Maestro le inició en la sagrada Orden de Sanyasa dándole el nombre de SWAMI CHIDANANDA, cuyo significado es: «Aquel que se haya establecido en la Dicha de la Consciencia Absoluta».

En 1950 acompañó a Swami Sivananda en una gira por toda la India. En 1959 el Maestro le envió como su representante personal a Europa y América para llevar el mensaje del Yoga y su filosofía a Occidente. Después de este viaje Swami Chidananda inició un peregrinaje en solitario por toda la India visitando los diferentes Ashrams de los grandes maestros de la época, Ramana Maharshi, Anandamayi Ma, Swami Ramdas, etc, y pasando largas temporadas en los Himalayas. Cuando volvió al Ashram le pidió a Gurudev Swami Sivananda, su bendición para recluirse permanentemente  en los Himalayas, pero la respuesta del Maestro fue «Hijo mío, en esta vida esto no será posible, ya que tu debes llevar la antorcha de mi misión».

En 1963 cuando Swami Sivananda entró en Mahasamadhi (sinónimo que se utiliza para indicar que un gran sabio abandona este mundo)  fue nombrado Presidente de THE DIVINE LIFE SOCIETY. Desde entonces se ha constituido en un verdadero imán espiritual y en un incansable trabajador en pro de la Paz y los ideales de una Vida Divina en el mundo.

Gurudev Swami Sivananda dijo  sobre el: «Chidananda  es un Jivanmukta, un gran Santo, un Yogui perfecto, un Para Bhakta y un gran Sabio. Swami Chidananda es todo esto y mucho mas…. El ha nacido para realizar una gran obra. El, es quien lleva la antorcha de mi misión»

Sri Swami Chidanandaji Maharaj, que es la inspiración, luz y guía de todas nuestras actividades, entró en Mahasamadhi el jueves día 28 de Agosto 2008, a los 91 años de edad, a las 8:11 pm.

A pesar de ser una noticia triste, ya que todos necesitamos el soporte físico de la presencia del Maestro, es vital recordar que el Gurú nunca muere y siempre está en el corazón de todo aquel que sinceramente sigue sus instrucciones, a partir de ahora se abre una nueva etapa para profundizar mas intensamente en nuestro Sadhana (práctica espiritual) y avanzar hacia el Auto-Conocimiento y la Realización del Ser.

Swami Sivananda

Sri Swami Sivananda Maharaj, el yogui de los himalayas.

El 8 de Septiembre de 1887 en Pattamadai, localidad cercana a Tirunelveli (India del Sur), nacía Kuppuswami Dikshitar, quien más tarde sería  conocido como Sri Swami Sivananda Saraswati. Su padre Vengu Iyer, era un gran devoto de Shiva y descendiente del santo y sabio del siglo XVI Apaya Dikshitar. Santidad y sabiduría eran dos virtudes que parecían ser algo muy corriente en aquella familia ya que tambien Nilkant, sobrino del citado sabio, fue un gran santo y Appaya Shivam, tío de Kuppuswami, era un conocido autor de poemas en sánskrito, al que se le denominaba popularmente como Appacharya. Vengu Iyer, padre de Kuppuswami, era recaudador de impuestos en el Estado de Ettayapuram, sin embargo él nunca utilizaba dinero, ya que los gastos y la manutención del hogar estaban completamente a cargo de su esposa Parvati Ammal. Solía dedicar gran parte de su tiempo libre a la búsqueda espiritual y la gente que le conocía le veneraba llamándole «Mahant» o gran alma. Realmente, el padre de Kuppuswami tenía un elevado estado de espiritualidad.

Cuando en el Puja (ritual de adoración tradicional hindú) repetía el sagrado mantra «Shivoham» lágrimas de  dicha brotaban de sus ojos y permanecía largo tiempo sumergido en el Divino Extasis en comunión con el Señor. Cada mañana el pequeño Kuppuswami solía ir al jardín para recoger hojas de bilva y flores para el Puja que hacía su padre y prestaba una gran atención a las oraciones que se recitaban en la casa, así como a las lecturas de textos religiosos como los Vedas y otros. Desde muy temprana edad acompañaba a su madre al templo. También sus padres solían llevarlo a las representaciones de teatro religioso que por aquel entonces representaba el conocido actor Kalyana Yier Nataka Manram. La virtud del altruismo era algo tan innato en el joven Kuppuswami que siempre que su madre le compraba o le daba cualquier golosina, salía de la casa como un rayo para ir en busca de sus amigos y compartirla con ellos. Gozaba con dar y repartir, solía obsequiar a todo aquel que estuviera a su alcance, ya  fueran perros, gatos, cuervos… Algunas veces incluso invitaba a mendigos en su propia casa para comer.  Los Sadhus y Sanyasins (monjes)  inspiraban en él una especial atracción y un gran respeto, siempre les servía con gran veneración.

Al pasar los años, Kuppuswami se convirtió en un simpático muchacho, alto y de elegante figura, con su frente marcada con trazos de cenizas Vibhuti, un Rudraksha Mala (rosario) alrededor de su cuello y una sonrisa en los labios que esparcía y contagiaba su alegría a todos por doquier.   Cursó sus primeros estudios en la Raja’s High School de Ettayapuram. Era un alumno aplicado y tenía una notable afición por el deporte. Solía levantarse de madrugada para entrenarse. Su profesor de gimnasia era muy estricto, y el resultado fue que el muchacho creció hasta convertirse en un gran atleta. Tuvo un profesor de esgrima que pertenecía a la casta inferior, cuando su familia supo esto intentaron persuadirle para que no fuera con aquel profesor ya que ellos pertenecían a la casta de los brahmines. Kuppuswami vio la divinidad saltar de la figura de Shiva que su familia veneraba hacia el corazón de su maestro de esgrima y fue entonces cuando fue consciente de que para Dios no existen las diferencias de castas. Ese mismo día fue ante su profesor de esgrima con una guirnalda y dulces a postrarse ante sus piés.

Sus estudios también progresaban por el mismo auspicioso camino (más adelante llegó a decir: «El conocimiento de los libros no nos llevará  lejos, yo estudié anatomía, disección‚ el cuerpo humano pero no pude hallar el Atman en ningún lugar ¡El Alma solo puede ser vista cuando se destruye el ego!”) En 1903 finalizó sus estudios primarios con las más altas calificaciones, matriculándose en el S.P.G. College, institución dirigida por jesuitas para cursar sus estudios superiores, una vez finalizados inició en 1905 la carrera de medicina en el Tanjore Medical Institut. Kuppuswami se dedicó al estudio de la medicina con tal esmero que incluso aprovechaba sus horas libres para practicar. A pesar de ser su primer año de estudios obtuvo permiso para asistir a la sala de operaciones, utilizando este privilegio para ampliar al máximo sus conocimientos. Cuando Kuppuswami estaba a mitad de su carrera algo terrible sucedió en su familia. Su padre murió de repente y su madre cayó gravemente enferma, estos acontecimientos ocasionaron una lamentable situación económica en el hogar. Kuppuswami se vio obligado a abandonar su brillante carrera para regresar a su hogar. Su madre intentó persuadirle para que buscase otro empleo, pero él se negó rotundamente. En lo más profundo de su corazón sentía que estaba entregado a la medicina y a servir al prójimo de cualquier forma posible. Tratando de buscar una solución a su situación, tuvo la idea de editar una revista médica a la que llamó «AMBROSIA». Su madre aprobó el proyecto dándole 100 rupias para los primeros gastos. La primera tirada de la revista fue en 1909, a través de su publicación Kuppuswami intentó extinguir la ignorancia de la gente en lo relativo a materias de higiene personal, procurando dar una clara imagen de lo que es la salud integral del cuerpo y de como conservarla.

Muy pronto «Ambrosía» cobró una gran popularidad, y personas de gran distinción en el campo de la medicina contribuyeron con sus artículos. Pero todavía no estaba del todo satisfecho con su obra, Kuppuswami pretendía establecer firmemente su revista, ampliándola para que pudiera llegar a mas público. Por tal motivo se marchó a Madrás donde entró a trabajar en la farmacia  del Dr.Haller, allí atendía al público, llevaba las cuentas y despachaba las medicinas. Pero al poco tiempo Haller se vió obligado a cerrar su establecimiento, por lo que Kuppuswami pensó en transladarse a Malasia, donde podría trabajar como médico a través del contacto con un conocido suyo y así estar más cerca de las personas necesitadas. Era el año 1913, «Ambrosia» había circulado durante 4 años.

Su madre y su hermano recibieron con desagrado la decisión de Kuppuswami de marcharse a Malasia, pero Kuppuswami dejó que la situación se desdramatizase y con mucho tacto trató de convencer a su familia mezclando filosofía y humor en sus argumentos y haciéndoles ver su anhelo de servicio y de desarrollar su profesión: «El servicio altruista y desinteresado es el arma más potente para aniquilar el ego, cada día que pase haré algún acto caritativo y mientras pensaré en Dios». Su familia planteaba que está en contra de las escrituras atravesar el mar… pero el joven se mostraba más allá de lo meramente supersticioso y finalmente logró el beneplácito de su familia y se dispuso a cruzar el mar hacia Malasia. Kuppuswami no tenía idea alguna de lo que significaba un largo viaje por mar. Siendo un estricto vegetariano de toda la vida, no estaba dispuesto de ninguna forma a ingerir la comida carnívora que servían en el barco. Afortunadamente su madre, que conocía muy bien la predilección de su hijo por los dulces, le había preparado una gran cantidad de «Laddus» (pastelillo hindú). Durante la travesía del barco Kuppuswami iba siempre con su  estetoscopio de un lado a otro, y cuando veía a alguien gemir o vomitar se presentaba enseguida y con suma delicadeza trataba de prestar ayuda. Nunca esperaba que lo llamaran, una simple mirada y acudía rápidamente. Debido a que olvidó tomar cualquier clase de provisiones, se alimentaba sólo a base de los «Laddus» de su madre y de agua, esta inconcebible dieta le hizo enflaquecer día tras día, hasta el punto de llegar a desembarcar en Singapur con más aspecto de muerto que de vivo. Sin embargo, su mente seguía albergando la más viva esperanza. Se dirigió directamente a la residencia del Sr Iyengar, su único conocido en Malasia. Este le dio una carta para el Dr. Harold Parsons de Seremban.

El Dr Parsons no necesitaba de ningún asistente en aquellos momentos, por lo que mandó a Kuppuswami a su amigo el Sr Robbins, que era propietario de una plantación de caucho y además tenía su propio hospital. Robbins era un hombre de temperamento violento, de una talla gigantesca, seco y agrio. Directamente preguntó a Kuppswami: ¨Puede usted dirigir un hospital?” la respuesta sin titubeos fue: «Sí, yo mismo podría dirigir incluso trés hospitales». Kuppuswami obtuvo el empleo y se convirtió de la noche a la mañana en el director de uno de los hospitales más grandes de la región. El Dr Kuppuswami era metódico y concienzudo en su trabajo. Cuidaba personalmente a los enfermos y les trataba con una radiante jovialidad, con la que levantaba sus  ánimos decaídos y  atraía a todos hacia él. Daba dinero de su bolsillo a cuantos lo necesitaban y era el único entre los muchos doctores de Malasia que no cobraba nada por sus consultas. Se conformaba con su sueldo de director, vivía bien pero con sencillez. Era muy religioso y no dejaba un solo momento para el ocio, siempre oraba mientras atendía a sus pacientes.

Cada viernes organizaba una reunión de oración al final de la cual distribuía Prasad (alimento ofrecido a Dios). Personalmente visitaba sala por sala, y parándose en la cama de cada enfermo distribuía el Prasad. También en su casa tenía un altar con una planta de Tulsi (planta sagrada) la cual adoraba diariamente. Solía dar a sus pacientes junto con la correspondiente medicina una hoja de Tulsi y unos sorbos de agua sagrada. Cuando las medicinas se mezclan con la plegaria los resultados suelen ser milagrosos. En Seremban el Doctor entabló contacto con cientos de pobres nativos, empezó a conversar con ellos aprendiendo así el lenguaje Malayo, pudiendo de esta manera aproximarse más hacia ellos. Durante este tiempo visitó otros hospitales para adquirir nuevos conocimientos, especializándose en el estudio del microscopio y la medicina tropical. Frecuentemente ayudaba a sus asistentes a mejorar su posición enviándolos a otros hospitales con cartas de recomendación. A veces incluso les proveía del billete para el viaje y les prestaba dinero. Muchas fueron las personas a las que Kuppuswami ayudó a encontrar un trabajo estable. En Malasia, Kuppuswami llevaba una vida activa y vigorosa, nunca desaprovechaba un segundo. Acostumbraba a decir «Buenos días» a sus amigos desde cierta distancia y si alguien trataba de entablar con él alguna conversación inútil o chismosa, prudentemente volvía a decir «Buenos días» que esta vez quería decir… Adiós. Kuppuswami visitaba a menudo la librería, le gustaba la literatura y los libros de filosofía. Tenía una curiosa forma de comprar libros, ponía en las manos del librero una nota en la que estaban anotados los títulos que ya tenía diciéndole: «Estos ya los tengo, cualquier libro que tenga usted aparte de los de la lista sobre filosofía, por favor mándemelo a mi casa». Kuppuswami comenzaba a tener un gran deseo de buscar en la vida algo mas real que lo meramente material. Este latente deseo tomaba un ardiente impulso en forma de Bhajan, Kirtan, Japa, Amor y Altruísmo. Era un gran devoto del Japa, y solía comprar Japa Malas (rosarios) para obsequiar con ellos a sus amigos en las reuniones de oración. Las vidas de los Santos como Nandanar, Ramdas y Tulsidas formaban los temas de sus canciones en tales ocasiones. En aquellos tiempos no había casi nadie en Malasia que no estuviera libre de los tres vicios: vino, mujeres y tabaco. Kuppuswami permanecía ajeno y libre de todos ellos, la lujuria era algo desconocido para él, nunca bebía, no fumaba y ni siquiera mascaba, tenía una desapetencia tal por el tabaco que burlonamente  apodó a un amigo suyo muy adicto a este vicio con el nombre de «Tobbaco Dikshitar». Cuando Salía de su casa siempre llevaba consigo una cierta cantidad de monedas en el bolsillo, para distribuirlas entre los pobres que encontrara en su camino, dándoles paz y alegría. Ningún mendigo que llamó a su puerta salió de ella sin recibir dinero o alimentos.

Frecuentemente tomaba a un pobre y le invitaba a entrar en su casa dándole de comer como si se tratara de un invitado o bien alojándolo en la casa. Les daba dinero suficiente no sólo para una comida sino para dos o tres. Su interés en materia espiritual le indujo a buscar la compañía de personas santas, recibiendo en su casa a todos los Santos y Mahatmas que de vez en cuando visitaban Malasia. Tales contactos le fueron de gran ayuda espiritual. El servicio a la humanidad, el estudio de los libros sagrados, la asociación con los santos y las prácticas devocionales, fueron evolucionando en su corazón y el doctor fue experimentando una gradual transformación que purificaba su interior haciendo que su mente se volviera más introspectiva. En el hospital, Kuppuswami luchaba cada día contra el sufrimiento. Cierta vez hubo una gran epidemia de malaria, enfermadad muy temida de la cual el doctor también se contagió. Esto hizo pensar mucho a Kuppuswami, que afortunádamente salió con vida de la temida enfermedad. Muchas personas murieron y él las veía fallecer ante sus ojos, viéndose incapaz de ayudarles. «Es que no hay manera posible de ayudar a estas criaturas?»…se preguntaba. ¨Porqué‚ nos llega a todos la muerte?”. Pensaba en ello constantemente el Doctor. ¨Es la Muerte dolor?…¨¿Qué es la muerte?”.  Años de continuos interrogantes no le habían dado ninguna respuesta. No podía encontrar ninguna solución a la intranquilidad de su espíritu, ni al dolor que se formaba en su Alma al pensar en tan terrible misterio. En este instante tan crítico de su vida se encontró con un Sanyasin (moje renunciante) al que Kuppuswami albergó en su casa por unos días porque había caído enfermo. Tan atento fue el doctor con él, que el Sanyasi quedó profundamente cautivado por su amabilidad y altruismo. Este Sanyasi llevaba consigo unos cuantos libros muy valiosos para él, los cuales al principio de estar en la casa se negaba a compartir con nadie, pero al recobrarse de su enfermedad, agradeciendo el gran amor que irradiaba el joven doctor, le regaló uno de ellos de buen grado; se trataba de la obra: «Jiva-Brahma Aikya Vedanta Rahasyam» de Sri Cuddapah Satchidananda Swami. Este texto dio a Kuppuswami su primera lección de Vedanta. A partir de entonces se desarrolló en el Doctor un ardiente deseo de hollar el sendero de los sabios y conocer el camino de la inmortalidad. Este deseo crecía en intensidad día tras día, mientras practicaba Anahata Laya Yoga y Swara Sadhana, o pasando las noches meditando sobre lo desconocido.

Un día del año 1923 la pequeña chispa espiritual que Kuppuswami había alimentado durante toda su vida resplandeció en forma de una gran luz, fue como la visión de un gran relámpago. El deseo de las cosas y de la vida en el mundo perdió todo valor transformándose en algo inútil para él. A partir de entonces sólo correría hacia el regazo de la dulce Madre Naturaleza y buscaría la compañía de los sabios de todos los tiempos, preguntándose interiormente ¿Hay solución? Muchas noches se sentaba sólo en su terraza queriendo descifrar las cosas que le pasaban, pero no podía definir, comprender ni expresar. Para sus conocidos y amigos comenzó a ser un motivo de ansiedad. Ellos querían levantar su  ánimo sin comprender  lo que sucedía en su interior. Intentaron usar sus métodos amistosos para intentar salvarlo de lo que ellos creían que era un estado de depresión nerviosa. En cierta ocasión, un amigo le rogó en nombre de Dios que definiera cuál era su inquietud y ambiciones, entonces él señaló hacia la inmensidad del cielo estrellado y al templo de la ciudad diciendo: «No podrías entenderlo». Kuppuswami adquirió una actitud que no le permitía atender sus deberes en el hospital. Dejó su trabajo, una parte de sus posesiones se la dio a alguien que pensó que le sería útil, algunas otras las dejó a varios amigos para que las guardaran y el resto lo empaquetó, dejando con muy poco equipaje las tierras de Malasia. En el barco que le conducía a la India se le acercó un desconocido que súbitamente le dijo: «Llevas la marca del Bikkhu (monje) en tu frente». ¿Quería decir que muy pronto Kuppuswami se convertiría en un monje mendicante? Una vez llegado a la India, tomo un tren y con tan solo comenzar su viaje, un indescriptible estado de profundo silencio interior y de perfecta paz se apoderó de él. El mundo entero y con él su peso, se descargaba de sus hombros. Silenciosamente ofreció una plegaria al Señor. El destino de aquel tren era Varanasi la legendaria Kashi, morada de Shiva, la entrada al Moksha (liberación). No hubo nada  durante el viaje que mereciera su interés, ni charlas ni diversiones, ni tan solo el paisaje, solo un pensamiento había en su mente:

«TENGO QUE REALIZAR A DIOS AHORA».

Kuppuswami llegó a Varanasi con ese único pensamiento en su mente, una vez allí, tomó un baño en el Sagrado río Ganges y se dirigió tranquilamente hacia el templo de Sri Viswanath, un templo que había sido santificado desde siglos con la presencia de grandes santos y sabios como Sankaracharya o  Ramakrishna, entre otros. Allí oró sumergido en una profunda comunión con lo Divino, sentado con la mirada fija en el sagrado Lingam (símbolo de Shiva), su mente y sus sentidos estaban tan quietos que parecía un cadaver, un estremecimiento infinito sacudió todo su ser en aquel bendito momento. Sin pertenencia alguna, sólo con la guía del Señor, el antiguo doctor empezó su vida de Parivrajaka o peregrino. Durante su peregrinage estuvo hospedado durante algún tiempo en el Ashram del Yogui Narayan Maharaj. En varios lugares se encontró con Mahatmas y Sadhus, adquiriéndo grandes enseñanzas a través del contacto con aquellas grandes almas. Kuppuswami sintió la necesidad de encontrar un lugar tranquilo donde poder llevar a cabo un riguroso Tapascharya (austeridad) y se dirigió hacia el norte, llegando a la sagrada cuidad de Haridwar, allí se dirigió a una Dharmashala (lugar destinado al albergue de monjes y peregrinos), pero como alguien le puso impedimentos para su estancia allí, se marchó sin comprender demasiado bien el motivo, debido a que su conocimiento del hindi era aún muy pobre, por lo que silenciosamente se limitó a abandonar el lugar para dormir en la plataforma de Hari-Ki-Pauri, cerca de la torre del reloj. Desde allí fue andando hacia Rishikesh. En el camino hizo una pausa para sentarse bajo un árbol Pipal cerca de la carretera, en aquel momento un carro pasó por allí y alguien le echó una moneda, pero Kuppuswami sumergido en un estado de total desapego y aspiración espiritual se fue del lugar donde se encontraba sentado, sin siquiera haber mirado el dinero que estaba a sus pies.

Muy pronto se encontró en Rishikesh, la ciudad de los Rishis (santos visionarios). Cuando cayó la noche fue a dormir a la veranda del Charan Das Dharamsala, cerca de la oficina de correos adyacente al Ganga Ashram. Se despertó por la mañana temprano y comenzó sus prácticas espirituales. Amanecía ya cuando vio a varios Sadhus que iban al lugar. Uno de ellos ya entrado en años, llamó inmediatamente  su atención, se llamaba Swami Vishwananda y había una hermosa aura a su alrededor. Kuppuswami quedó sobrecogido cuando sus ojos se encontraron con los del monje y sin saber porqué, se postró a sus pies con gran amor y devoción. El anciano monje le ayudó a levantarse, le abrazó y le habló con gran afecto. A mediodía, Kuppuswami fue a pedir limosna al Baba Kalikamblikawala Kshettar, pero allí rehusaron darle alimentos porque  no era un Sanyasin, por lo que hubo de abandonar el lugar.

En el camino se encontró de nuevo con Swami Vishwananda, quien directamente le dijo que era preciso que tomara la iniciación al Sanyasa (renunciación) Aquél mismo día recibía su túnica ocre. Kuppuswami había muerto, en su lugar nacía «SRI SWAMI SIVANANDA SARASWATI». Era el 1 de Junio de 1924. Al día siguiente Swami Vishwananda partió hacia su nativa Varanasi, desde allí escribía a su nuevo discípulo dándole importantes instrucciones sobre el Sanyasa Dharma (el deber de un monje). Swami Sivananda se alejó pronto del bullicio de la ciudad y se fue primero a Kolgath, situado a unas dos millas de Rishikesh, y mas tarde a Brahmananda Ashram donde se dedicaba a cuidar de los peregrinos enfermos, pero sintiendo una mayor necesidad de reclusión, cruzó a la orilla opuesta del Ganges y se instaló en una pobre cabaña. Allí dedicaba la mayor parte de su tiempo a internarse en la soledad del bosque, llevando una vida de extrema austeridad y pobreza.

Sin embargo, el sufrimiento y la enfermedad tan extendidos entre los sadhus ancianos, peregrinos y Mahatmas, despertaron una vez más en él su gran espíritu de servicio. Recordando que aún le quedaban unos ahorros en una compañía de seguros consiguió recuperarlos gracias a un amigo suyo que era abogado. Con los intereses de aquel dinero pudo hacerse al fin con el instrumental médico necesario para atender a los enfermos, comprarles medicamentos e incluso pagarles su hospitalización en casos extremos en los que su ayuda resultaba insuficiente.

¡­Ni una sola moneda utilizó en beneficio propio! EN 1925 abrió un dispensario médico en Swami Kalikananda Ashram. Su popularidad comenzó a crecer tanto, que enseguida le dieron un kutir o cabaña más amplia y en mejores condiciones, pidiéndole que se quedara definitivamente en el Ashram. Pero su espíritu de renuncia no le permitía apegarse a nada, por lo que abandonó Laksmanjhula y se instaló en el Swargashram.

Swami Sivananda se levantaba a las cuatro de la mañana, se bañaba en las heladas aguas del Ganges y hacía sus prácticas espirituales hasta las nueve. El resto del día lo dedicaba a servir a cuantos le rodeaban. Evitaba los caminos más frecuentados y las charlas ociosas, procurando permanecer cuanto le era posible en soledad. Por aquel tiempo imprimió su primer panfleto espiritual, titulado «Brahma Vidya» (conocimiento de Dios). El éxito de éste fue tan grande que las mismas personas  a quienes atendía le proporcionaron tinta y hojas para que escribiese más. Gracias a esto pudo continuar imprimiendo sus pensamientos en pequeños panfletos. En cierta ocasión dos personas intentaron difamarle insultándole y atacándole sin ninguna razón en especial. Swami Sivananda no se defendió. Poco después, ambos cayeron enfermos y con sorpresa y vergüenza recibieron su rápida visita para atenderles y aliviar su dolor. Durante aquellos años Swami Sivananda emprendió algunas peregrinaciones a lugares sagrados de la India como Badrinath, Kedarnath, el monte Kailash y el lago Mansarovar, acompañado por varios Swamis y Yoguis. También acompañado por un amigo visitó Mathura y Vrindaban, así como el Ashram de Sri Ramana Maharshi. Su visita coincidió con el cumpleaños de este gran sabio y Swami Sivananda cantó varios Bhajans y Kirtans. Todos quedaron estremecidos de emoción espiritual y hasta el propio Ramana estaba visiblemente conmovido de felicidad. Desde allí Swami Sivananda y su acompañante se dirigieron al Ashram de Sri Aurobindo en Pondicherry, para después emprender el retorno a Rishikesh. Swami Sivananda pensaba que la utilidad de los peregrinages, dependía de cada persona, escribió que el resultado espiritual positivo de un peregrinage depende sobre todo del grado de pureza interna del Sadhaka. Al mismo tiempo condenaba la vagancia y la ignorancia de esa clase de Sadhus que constantemente viajan de Badrinath a Vrindaban y de Kashi a Rameshwaram diciéndoles:

«EL SEÑOR ESTA EN SU PARAISO, ESTE PARAISO ESTA EN TU CORAZON, BUSCA DENTRO DE TU CORAZON Y ALLÍ ENCONTRARAS AL SEÑOR».

Durante la década de los 30, Swami Sivananda recorrió la India para propagar el nombre de Dios, dando conferencias, clases de Yoga y organizando reuniones de Kirtan. Se había impuesto a sí mismo la meta de revivir la espiritualidad y el amor a Dios, especialmente entre la nueva juventud de la India, enardecida por los deseos de independencia y progreso técnico. La primera ciudad que Swamiji visitó fue Sitapur en Uttar Pradesh, era el año 1932. En un gran Satsang púlico, Swami Sivananda exhortó a su auditorio a tomar refugio en Dios: “No podés vivir sin religión, no podéis vivir sin el Nombre  del Señor. Refugiaos  en Su dulce Nombre. ­¡Vivid en Dios! ¡Vivid en Brahman! Este mundo no es más que un lugar de paso. Perseverad en vuestra práctica espiritual. Llevad una vida de servicio desinteresado, renunciación, desapego y meditación. Atended Satsang y meditad. Preguntaos ¿Quién soy yo? Se desvanecerá  la ignorancia y aparecerá  el Conocimiento de Dios. Ascended con firmeza y alcanzad el amanecer de la sabiduría intensificando vuestro desapego y practicando intensa y rigurosa Sadhana». El suyo no fue un discurso formal, ni la conferencia de un gran erudito. Fue un mensaje directo al corazón de los oyentes.

Sus palabras tenían un misterioso poder que cambiaba por completo el corazón de quién lo escuchaba. De Sitapur, Swamiji viajo a Lakhimpur-Keri. Allí en el Wilburgby Memorial Hall, el 15 de Diciembre de 1932 Swami Sivananda expresó la necesidad de mantener una actitud de firmeza espiritual: «Los meramente intelectuales están convencidos de que la religión consiste en un ligero cerrar de ojos, en una vana reflexión por la mañana y por la noche muy sutil y lo suficientemente superficial para engañar a su propia conciencia. Esta superficial rutina matutina, este fallido intento de desarrollar virtudes a medias, este moribundo esfuerzo de practicar a medias las instrucciones espirituales no son de ningún modo útiles para nada. Esta mentalidad debe cambiar”.

Después de recorrer toda la India llevando por donde pasaba su mensaje de paz y amor divino, Swami Sivananda regresó a Rishikesh. El 17 de Enero de 1934, Swami Sivananda se trasladó acompañado por cuatro discípulos a la orilla derecha del Ganges, donde fundó «ANANDA KUTIR». Consistía en un establo de vacas abandonado que convirtieron en vivienda y dispensario médico. Poco a poco más personas se unieron al pequeño grupo y el Señor se cuidó de abrirles nuevas puertas y darles los instrumentos necesarios para desempeñar la tarea emprendida. Nunca hubo en ellos ningún sentimiento egoísta, todos trabajaban para la voluntad de Dios. Si la suprema Providencia hubiera deseado que ningún Ashram fuera construido y que ningún discípulo se hubiera acercado a él, Swami Sivananda no se hubiera inmutado, sino que simplemente aceptaba la nueva situación diciendo al respecto: «Yo nunca hubiera soñado que El Señor me encargara semejante tarea. Hace tiempo que dejé todo lo que tenía, corté toda ligadura con el mundo, con la idea fija en la mente de quedarme en algún lugar tranquilo con la mente absorbida en el dulce Nombre. Pero El Señor ha querido darme una «familia» que me persigue constantemente a donde quiera que vaya. ¨ ¿Quién sabe si he nacido para ello? Cuando veo que ninguno de ellos tiene un  ápice de egoísmo me siento lleno de felicidad». En 1936 Swami Sivananda fundó THE DIVINE LIFE SOCIETY (Sociedad para la Vida Divina), con el propósito de diseminar el conocimiento espiritual.

Lo que había comenzado siendo un establo de vacas, se estaba convirtiendo en un gran Ashram o monasterio, movido por su inagotable ímpetu para servir a la humanidad. Gracias a la donación de una imprenta, Swami Sivananda pudo comenzar a publicar libros espirituales. Su capacidad de concentración era tal que podía trabajar incluso en cuatro libros al mismo tiempo. Durante su vida llegó a escribir mas de 300 volúmenes. Para propagar aún mas el mensaje del Yoga y del Vedanta, creó en 1938 la revista mensual «Divine Life» (Vida Divina) En 1948 fundó la «Yoga Vedanta Forest Academy» para instruir a todo tipo de personas en la vida espiritual. Uno de los acontecimientos más destacados convocado en el Ashram fue el Parlamento de todas las Religiones, celebrado en el año 1953 y al que acudieron más de 200 delegados en representación de las más importantes religiones y movimientos espirituales del mundo entero. En septiembre de 1950, Swami Sivananda emprendió un Seva Yatra o viaje de servicio. Miles de personas le esperaban en cada pueblo y ciudad para verle y escuchar sus Kirtans y conferencias. Su voz se escuchó de nuevo: «­No os dejéis arrastrar por este falso relucir externo. Todo el conocimiento está  dentro de vosotros. Meditad. ­Hacedlo Ahora.» Su Kirtan se escuchó una vez más por toda la India. Eran tantas las personas que deseaban verle que ni siquiera en los trenes podía dormir, casi recibiendo visitas constantemente. Su único descanso lo hallaba en el Pranayama, el Japa y la Meditación. Swami Sivananda no dejaba de atender personalmente un solo día su trabajo en la oficina del Ashram. Su actividad era incesante. Ni siquiera durante sus graves ataques de lumbago,  enfermedad que padecía debido a sus tiempos de extremas austeridades, dejaba de acudir a la oficina y dirigir meditaciones y conferencias. Tanto era así que a veces el dolor era tan intenso que no le permitía andar y tenía que ascender a gatas las escaleras desde su Kutir. Nunca faltaba al satsang de la tarde fuera cual fuera su condición. Ni durante los peores momentos económicos del Ashram, consintió que dejasen de publicar libros o de imprimir la revista. Incluso compró los derechos de publicación de sus primeros libros para venderlos a más bajo precio y que pudieran llegar a mucha mas gente. La falta de prejuicios de su servicio era tan grande que incluso contribuía en revistas mundanas. Muchos empezaron a leer en ellas sus artículos y acabaron manteniendo una continua correspondencia con él sobre la vida espiritual. Buscaba siempre el bien en todo y en todos. Cuando alguien se sentía apenado o triste, aprovechaba para ensalzar sus virtudes delante de los demás. Solía decir: «ODIAD AL PECADO PERO NO AL PECADOR». Swami Sivananda siempre predicaba con su ejemplo. A veces lo encontraban en la oficina mucho antes de que nadie hubiese llegado. Cuando a finales de Junio del año 1963 tuvo que permanecer en su kutir debido a la gravedad de su estado de salud, continuó dictándo conferencias y trabajando en su última obra: «Elixir Divino». Atendió desde su cama todo lo que le permitía su estado. Cuando uno de los doctores que le visitaron le dijo tras un examen médico: «Swamiji no debería preocuparse por nada ni pensar en nada». Él contestó: ¨¿Cómo podría ser posible? Tengo que pensar en muchas cosas. Tengo que cuidar de mucha gente». Viendo la tristeza de quienes le atendían, les hacía regalos y procuraba levantarles el  ánimo con chistes y palabras alegres, hasta los últimos momentos de su vida física, Swami Sivananda se comportó con su característica generosidad y buen humor, deseando a todos los que le rodeaban salud, larga vida, paz, prosperidad y beatitud divina bendiciendo a todos. Sri Swami Sivanandaji Maharaj entró en Maha Samadhi a las 11’15h de la noche del Domingo 14 de Julio de 1963 en su kutir a las orillas del Ganges, y a los pies de los Himalayas. La última frase que dictó desde la balaustrada de su Kutir fue:

«LA FELICIDAD SOBREVIENE CUANDO EL INDIVIDUO SE FUNDE CON DIOS».

Gurudev Swami Sivananda no ha muerto, el Guru jamás muere, Él sigue vivo en el corazón de todos sus devotos y sus enseñanzas aún vibran llenas de vida para todo aquel que las pone en práctica. El Guru es Dios y por lo tanto sus enseñanzas son un camino hacia la divinidad, el Guru es aquel que ya ha recorrido ese camino y se ha sumergido por completo en Dios, irradiando paz y felicidad a cualquiera que se acerque a El, pero sólo puede ser Guru aquel que ha recibido el mandato de Dios para serlo. Y este es el caso de Gurudev. Cuando Swami Sivananda era aún un joven Sanyasin, dedicó doce años de su vida a la práctica de un riguroso Sadhana en las orillas del Ganges, un día mientras meditaba, el Señor Krishna  apareció ante El, y le dijo:

«YO HE LENADO TU VIDA CON MI PODER,

VE Y DIFUNDE LA PAZ Y EL AMOR A TODO EL MUNDO»

Fue entonces cuando Gurudev dio vida a «The Divine Life Society», todavía se venera hoy en el templo de Sivananda Ashram una imagen de Sri Krishna instalada en el mismo lugar donde el Señor apareció. La vida de Gurudev es un constante ejemplo de servicio a la humanidad, toda su vida está caracterizada por el Amor y la compasión hacia todos los seres, cuando Swami Sivananda servía, él no veía al hombre, sino al Ser inmortal que mora dentro de cada criatura. Gurudev adora a Dios sirviendo al hombre. Su servicio está repleto de oración y de conocimiento, no se limita al bienestar físico de todos, sino que instruye a todos con enseñanzas sobre la vida espiritual. Toda la obra de Gurudev está llena de enseñanzas prácticas sobre el camino hacia Dios. De todos es conocida su célebre frase:

«MÁS VALE UN GRAMO DE PRÁCTICA QUE MIL TONELADAS DE TEORÍA».

Hoy Gurudev no está  físicamente con nosotros, pero todos los que le amamos, sentimos su sagrada e inspiradora presencia en nuestro corazón, sintiendo que Gurudev sigue vivo guiándonos por la senda divina a través de sus inmortales enseñanzas:

«SIRVE, AMA, DA, PURIFICA, MEDITA, REALIZATE.

Om Namo Bhagavate Sivanandaya
****************************************************